16/09/2024.- Página/12.- Salta/12.- Por Analía Brizuela.- Foto portada: Peregrino de Nazareno con erke, a su arribo a la Catedral de Salta. Imagen: Analía Brizuela.
Mejoras económicas y la unión de la patria, los principales pedidos. También agradecieron por salud o trabajo. Hoy finaliza la celebración católica con la procesión de las imágenes. Ayer concluyó el arribo masivo de peregrinos, que ingresaron de a miles a la catedral de Salta.
Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro en Salta
«A mi discurso no lo tengo escrito. Seguramente diré lo que el Señor me inspire», aseguró a Salta/12 el arzobispo Mario Antonio Cargnello, en alusión a su homilía central de hoy por la tarde, durante la celebración religiosa que tendrá lugar en el Monumento 20 de Febrero con los Santos Patronos de la provincia y cerrará las celebraciones del Señor y la Virgen del Milagro.
La respuesta la dió mientras acompañaba en los tramos finales de su peregrinación hasta la Catedral Basílica de Salta a las y los promesantes que arribaban alrededor de las 5 de la tarde desde la Puna salteña. «¿Tiene previsto aludir en algún tramo de su homilía (de hoy) a la situación económica y social que atraviesan las y los salteños?», insistió este medio. «La situación está muy fea para todos, porque a nadie le alcanza la plata«, respondió.
«Nosotros pedimos por medicina para los jubilados, para que pare la violencia contra los adultos mayores. Es un pedido por más sensibilidad, más solidaridad y empatía con la gente, porque el gobierno nacional parece haberse olvidado del pueblo», expresó a Leonardo Leiva, miembro del grupo de 150 ciclistas que viajaron desde Joaquín V. González, en el sur salteño, y que ayer por la tarde esperaban su turno para ingresar primero a la plaza central de Salta, antesala del encuentro con las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro. «La clase política accede al poder por las urnas y toma decisiones que ya no impactan en el bienestar de las mayorías», añadió Leiva.
«La fe mueve montañas», respondió otro promesante que viajó desde Guachipas, en el sur del Valle de Lerma. «Peregriné porque pedí por trabajo y los patronos me lo concedieron. Vengo a agradecer«, aseguró. «La mayoría pide a los patronos por paz y por la unión de la patria«, contestó el diácono Marcos, uno de los sacerdotes que lanzaba gotas de agua bendita a los y las promesantes que ya estaban a metros del templo.
“Gracias por permitirme darles la bienvenida antes del encuentro con nuestros Santos Patronos”, dijo por su lado el gobernador salteño, Gustavo Sáenz, que esperó a los peregrinos vallistos de Palermo, Luracatao, La Zanja, El Rodeo, Fuerte Alto, Cachi Adentro y Agua Negra a pocas cuadras del damero central de la ciudad. «Estamos aquí acompañando a la gente. El Milagro representa sobre todo esperanza y fe», dijo .»Estamos presentes en un año muy especial y difícil«, afirmó, «por lo que pedimos a Dios y a nuestros Santos Patronos que podamos seguir adelante”.
Otros pactos de fe
Sobre un sector cercano al Museo de Alta Montaña, un grupo de peregrinos mineros sahumaban las imágenes que habían bajado en andas y descansaban todas juntas en el suelo. «Peregriné con los mineros desde la mina hasta San Antonio de Los Cobres, porque son mis hermanos y lo hago desde hace varios años», afirmó Javier Haddad, gerente de Minera Santa Rita.
El terremoto de las desigualdes
Para muchos el Milagro concluyó ayer. La calle España, donde se encuentra la Catedral, quedó sin gente alrededor de las 18.30, y los fieles restantes eran guiados por la organización a ingresar al templo por una puerta lateral de la Catedral. Otro grupo continuó con sus rezos del novenario, en la recova del Banco Macro, leyendo el tradicional librito que cuenta la historia de cómo llegaron las imágenes a la ciudad de Salta.
Anoche se celebró la misa estacional, a cargo del obispo auxiliar de Orán, Claudio Castricone, que peregrinó con los fieles que arribaron a la ciudad el jueves por la tarde. Ayer recordó a los presentes, entre ellos el vicegobernador de la provincia, Antonio Marocco, que todo comenzó un 13 de septiembre de 1692 a las 10 de la mañana, cuando un gran temblor sacudió y arrasó la ciudad de Esteco, cerca del Río Piedras.
“Nosotros somos los continuadores de esa historia», afirmó el obispo. «Y como en aquel momento, aquí venimos todos: ricos y pobres, criollos y originarios. Aquí (por el templo) somos todos iguales. Pero esa igualdad no se percibe en nuestra vida diaria. Cuando en las estadísticas se habla de crecimiento, me pregunto ¿crecimiento de quiénes? De unos pocos», respondió. «Esas desigualdades son los terremotos de nuestra sociedad actual”, concluyó.







