CINCUENTA SOMBRAS DE TRUMP

15/11/2025.- Por Cabecita Negra.- Foto portada: Trump y Milei, la dupla del saqueo de Argentina.
Hay películas que, por más exageradas que parezcan, terminan quedándose cortas frente a la realidad política. Y si uno repasa la dinámica del nuevo “vínculo especial” entre Javier Milei y Donald Trump, cuesta no recordar aquella célebre historia de 50 sombras de Grey. Solo que, en esta versión libre y tercermundista, los roles están invertidos: Milei es la protagonista que entrega todo sin leer la letra chica, y Trump es el magnate que maneja el contrato, los límites y el cuarto oscuro donde se firman las condiciones.

Mientras el gobierno argentino juega a la fantasía de un romance geopolítico que nos “va a salvar”, Estados Unidos dicta el guion. Y no se trata de un contrato consensuado, sino de uno redactado unilateralmente, en inglés y sin traducción, como si fuera un testimonio explícito de quién sostiene la correa.

El nuevo “acuerdo económico” anunciado desde Washington parece sacado directamente de una escena en la que el dominante le entrega a la sumisa un documento para firmar sin preguntar demasiado. Trump exige la apertura del mercado argentino para la mayoría de sus productos, elimina controles, debilita el rol de las empresas estatales y eleva estándares que favorecen a sus corporaciones. A cambio, ofrece promesas vagas, casi susurradas, sobre “eventual acceso” para algunos bienes argentinos. Ni volumen, ni plazos, ni compromisos reales: apenas un gesto paternalista de quien sabe que no tiene necesidad de negociar nada.

Y Milei, la protagonista enamorada de su propio espejismo ideológico, acepta sin cuestionar. Le dicen “partenariado equilibrado” mientras le vacían la industria. Le dicen “confianza mutua” mientras imponen cláusulas de seguridad nacional que funcionan como botón rojo ante cualquier atisbo de autonomía. No hay igualdad, ni intercambio justo: es una relación contractual de entrega absoluta. Como si el país entero estuviera firmando un contrato de sumisión con esposas incluidas.

La escena se vuelve todavía más grotesca cuando, en otro escenario, un funcionario del gobierno argentino aparece en Ginebra revictimizando a organismos de derechos humanos y a familiares de desaparecidos. La degradación discursiva dentro de Naciones Unidas coincide —y no por casualidad— con la otra degradación, la económica: cada paso hacia el negacionismo interno viene acompañado de un acto de pleitesía externa.

En la historia argentina, cada gobierno que se arrodilló ante Washington también buscó deslegitimar a quienes defendían derechos y soberanía. En esta remake libertaria, Milei completa el cliché: niega la represión local mientras acepta sin chistar los dictados de la potencia extranjera. Un combo perfecto para una cuarta entrega de 50 sombras: dolor para adentro, obediencia para afuera.

Como en toda relación desigual, hay consecuencias que no se muestran en el tráiler. La industria nacional desprotegida. Los trabajadores expuestos. Las provincias ajustadas. El mercado interno debilitado. Las cadenas productivas entregadas. Y un país entero reducido a la categoría de juguete geopolítico, manejado por el capricho del dominante.

Al final, 50 sombras de Grey siempre fue ficción. Esto, lamentablemente, no.

Y mientras Milei celebra su “acuerdo histórico” como si fuera una escena de romance, el resto de la Argentina siente que quedó atada a una cama sin saber dónde está la llave.