PTS: Propone invitar a la burocracia sindical a construir un ‘partido de trabajadores’

15/11/2025.- politicaobrera.com.- Foto portada: Captura de video.
Un refrito contrarrevolucionario de la década del ’60.

En una reciente entrevista en el canal de streaming Carnaval, la candidata del PTS Myriam Bregman propuso “construir un verdadero partido de trabajadores y trabajadoras, que sea algo mucho más grande y mucho más amplio, y que empiece a pelear en serio uniendo a todos los que hemos estado en la resistencia [contra Mile], de todos los sindicatos que han peleado”. Aunque es un planteo antiguo que se renueva por temporada, es una respuesta del PTS al endémico retroceso del FITU (elecciones recientes) y una nueva manifestación del propósito de liquidar al FITU. Partido de trabajadores o no, el PTS quiere monopolizar la representación electoral y parlamentaria y terminar con la rotación de bancas. Apunta para un lado (un PT) y dispara para otro; (‘exit’ del FITU).

La propuesta original partió de un documento (“Las vías para la construcción de un gran partido de la clase trabajadora”, LID, 26/7) discutido la reunión de Dirección Nacional del PTS y defendido luego en otro artículo (“Una polémica con el PO sobre nuestra propuesta de impulsar un gran Partido de Trabajadores”, LID, 30/8) en una polémica desatada con el aparato del PO, que le dedicó tres artículos a criticar la propuesta del PTS (“El PTS y su llamado a un partido de trabajadores con la burocracia sindical”, Prensa Obrera, 26/8; “El PT del PTS, un partido de conciliación de clases», Prensa Obrera, 27/8; y “El PTS en su laberinto de oportunismo y autoconstrucción”, Prensa Obrera, 13/9). En su documento de la dirección nacional, el PTS sostiene que: “en la historia de la clase obrera internacional se han dado dos tipos de experiencias de organización de partidos obreros” (una del tipo del Partido Bolchevique de Rusia, otra del tipo del PT de Brasil, por la cual se inclinaría el PTS ahora), con el objetivo de proceder al rescate de esas experiencias pasadas, para dejar de lado el resultado histórico de esas experiencias. Desde los partidos obreros reformistas hasta los stalinistas y otras manifestaciones pequeño burguesas nacionalistas, como el PT de Brasil, todos pasaron al campo del imperialismo, luego de un proceso de integración al estado. La propuesta de un partido “de todos los que han luchado contra Milei” se integra a la peor de las anteriores experiencias históricas, porque no se registra un solo caso de “sindicatos” que hayan “luchado contra Milei”. Esto lo saben mejor que nadie el PTS y el FIT-U, que sólo encontraron oídos sordos a sus reiterados reclamos a la CGT para que impulse “un plan de lucha”. El “partido de los trabajadores” de Bregman-Del Caño-Castillo no es más que un frente popular (conciliación de clases). Esto explica que hayan participado en todos los protos-partidos (en realidad, coaliciones de grupos) como el NPA de Francia, o que militen en los Democratic Socialists of America – una fracción del Partido Demócrata del imperialismo norteamericano.

El PTS presenta los distintos “tipos” de construcción de un partido como opciones a elegir en un mostrador y no el producto de un desarrollo histórico concreto de la lucha de clases. En cuanto al caso del PT de Brasil, presentar su fase embrionaria como ejemplo, y no su proceso histórico entero, es simplemente recurrir a falacias. Por otro lado, “Los cuadros ‘políticos’ del PT fueron reclutados en las filas de la burocracia carrerista de [un] partido patronal” (“Una historia del PT”, En defensa del marxismo N°3, 1992). Lula se ocupó desde el comienzo en que el PT se encuentre desligado de las bases obreras e incluso de los propios sindicatos como instituciones, con la excusa de la “autonomía sindical”.

Cuando el PTS afirma que la construcción del PT de Brasil y del Partido Bolchevique en Rusia son “dos tipos” igualmente válidos de construcción de un partido obrero no sólo incurre en una falsificación histórica, porque el bolchevismo nació de la crisis del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, a la que Lenin calificó como “Un paso adelante, dos pasos atrás”, o sea como un retroceso. Fue la primera guerra mundial la que dio fisonomía histórica completa a la rama bolchevique de la socialdemocracia rusa, cuando planteó que “el enemigo está en nuestro país”, mientras el menchevismo adhería a la guerra de los aliados y Rusia; esta escisión produce la unión entre el bolchevismo y el “trotskismo”. La otra falacia es más grosera: el morenismo reivindicó en su momento la conformación del PT de Brasil como “el embrión del partido socialista” y nunca dejó de reivindicar “las bases políticas originales del PT” (véase “Las tendencias trotskistas en el origen del PT”, En Defensa del Marxismo N°1, 1991). El partido de los trabajadores con los sindicatos que “luchan contra Milei” es, hay que subrayarlo, nacionalista – como no lo fueron, antes de su degeneración, ni los socialistas, ni los comunistas.

La propuesta política del trío del PTS se convierte en estafa cuando no mencionan que su corriente impulsó “el partido obrero de Vandor”, el líder sindical más importante en la historia de la burocracia peronista; Nahuel Moreno envió una “carta abierta al compañero Vandor” llamándolo a que formara un Partido Obrero. Esta omisión raya en la deshonestidad. Augusto Timoteo Vandor , secretario general de la UOM, tuvo una participación activa, muy poco después de estos ‘llamados’, en el golpe militar de Onganía.

El documento del PTS que llama a la construcción de un PT plantea que “defienda un programa capaz de dar vuelta el curso de decadencia nacional, de saqueo y sumisión al capital financiero internacional y a las grandes empresas”; un planteo rabiosamente nacionalista, no de clase – un programa que podría suscribir cualquier burócrata (“La Patria no se vende, la Patria se defiende”). El documento no se coloca en el terreno del antagonismo irrevocable entre la burguesía y el proletariado. En su segundo texto sostienen “la necesidad de formar un Partido de Trabajadores, para que la clase obrera pese (sic) en la vida política nacional” – que sea un factor de presión. Un activismo educado en estos términos está condenado a la derrota.

Para el PTS, “la crisis del peronismo” plantea “la posibilidad de que surjan sectores en los sindicatos que vean con simpatía construir su propia ‘herramienta política’”; la herramienta política de la burocracia. La burocracia pretende lo mismo por medio de un atajo menos costoso: apoyar a Kicillof. En las elecciones recientes ingresaron al Congreso varios burócratas bajo la sigla Fuerza Patria. Lo que es sencillamente delirante en todo esto es que se invite a formar un partido obrero a quienes son cómplices del proyecto de destruir el derecho laboral, al que han ido destruyendo día a día, como lo prueban seis millones de trabajadores informales, una enorme tanda de monotributistas, los salarios ‘conformados’ y el alargamiento e intensificación del trabajo. Que alguien vaya a los tercerizados de Techint a proponerle un partido dirigido por Abel Furlán.

Acto seguido, reivindica “programas defendidos por los sindicatos peronistas que eran infinitamente más antiimperialistas (sic) y pro (sic) obreros” que la línea de la burocracia sindical de hoy, como fueron los de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962). El PTS reivindica de estos programas “el monopolio del comercio exterior, la nacionalización de los bancos y de las fuentes naturales de energía, el control obrero de la producción y el desconocimiento de los compromisos financieros ‘firmados a espaldas del pueblo’”. Estos textos fueron redactados por el partido obrero posadista, que reclamaba un “partido obrero basado en los sindicatos”. El posadismo fue una corriente seguidista de la burocracia y del nacionalismo en todo el mundo. Esos textos fueron aprobados por la burocracia, no por los sindicatos. En el caso de Huerta Grande, fue firmado después que esa burocracia aceptara sin lucha el desconocimiento de la victoria electoral del peronismo en la provincia de Buenos Aires y el subsiguiente golpe militar contra Frondizi. El de La Falda, mientras Perón y Frigerio, asesor de Frondizi, firmaban el acuerdo político que le daría la victoria electoral a Frondizi en febrero de 1958. Ninguno de los sindicatos firmantes reformó sus estatutos gremiales que preconizan la colaboración de clases y el unicato burocrático. Cuando la burocracia grita más alto es cuando ya hay una agachada en curso. Elemental, Bregman. El PTS podría haber puesto de ejemplo las Tesis de Pulacayo, con neto corte de clase, votadas por el Sindicato Minero de Bolivia, en 1946, en un gran congreso. La idea implícita, sin embargo, de que estas tesis podían sustituir al partido por los sindicatos en la victoria definitiva de la revolución, quedó impugnada cuando el sindicalismo minero se alió al MNR en la insurrección victoriosa de 1952.

El llamado del PTS a un PT argentino tiene invitados sorprendentemente precisos: menciona que “en los sindicatos emergieron divisiones como el sector agrupado en el ‘Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios’ que organizó una marcha contra Sturzenegger, critica el colaboracionismo de la CGT y al menos (sic) anuncia (sic] mayor (sic) disposición a la lucha, encabezado por Schmid (de la CATT), [Yofra (de Aceiteros), las dos CTA (Cachorro Godoy y Hugo Yasky, alineado con Kicillof), la UOM, Aeronavegantes y otros gremios”. Con ellos, asegura, “queremos tener un diálogo distinto respecto a los dirigentes principales de la CGT”. Mayor colaboracionismo con la burocracia no se consigue,

En una defensa posterior, el PTS asegura que “a nadie se le ocurrió plantearle a ese frente de conjunto que impulsen un PT” sino que la intención sólo era “la exigencia de que apoyen cada lucha en curso” y que “está claro que, con la dirigencia del peronismo y la burocracia, no. Conciliación de clases, no”. Alguien le avisó a la dirección del PTS que se le fue la mano en tanto entreguismo, con el riesgo de crear una crisis interna. Por otra parte, aseguran que “si (dirigentes como Juan Grabois) se propusieran avanzar en este camino, primero deberían romper los bloques y alianzas que tienen hoy con el PJ”. La dirección petesista se coloca en el centro del universo y le reclama al resto que gire en torno a ella; esto es simplemente una necedad.

En su documento, el PTS parte de que el FIT-U está atravesando un crecimiento exponencial y una instalación sin precedentes de sus candidatos. Las cifras que sustentan esta afirmación son los números del crecimiento de sus cuentas en Tik Tok y otras redes sociales. No hay ni una sola palabra a lo largo de todo el texto sobre el retroceso del conjunto de los partidos del FIT-U en el movimiento obrero en todo este período (SUTNA, SUTEBA, Subte, etc.), ni de su retroceso electoral. El FIT-U ha llevado al SUTNA a un retroceso de catástrofe y ha golpeado fuerte, negativamente, a la vanguardia que llevó a la expulsión de la anterior burocracia de la CTA; puede provocar una metástasis en todo el FIT-U. Fue lo que ocurrió, bajo Menem, en el sindicato de la Sanidad de la Capital, por parte del MAS. Pero el PTS se las ingenia para contradecirse: “la dinámica de la crisis va más rápido que nuestro desarrollo” – un síntoma fatal. Aseguran que “luego de hacer un raconto de fuerzas en todos los niveles (incluyendo la existencia del FITU), consideramos que esto no es suficiente para mostrar un camino hacia la construcción de una fuerza política que esté a la altura de la crisis nacional y de los enemigos que enfrentamos”. El FITU crece, pero está agotado, vayamos a un partido de la burocracia sindical. El llamado del PTS a construir un PT no incluye al FIT-U ni al sindicato más importante en sus filas, el SUTNA. Increíble, ¿no? Más faccioso, imposible.

Es que, para el PTS, el PO se limita a “utilizar el peso de los principales referentes del FITU (centralmente del PTS) para tener alguna presencia parlamentaria”. En su respuesta al PTS, en Prensa Obrera, Pitrola, asustado por el futuro de su carrera parlamentaria, se pregunta “¿Será que [el PTS] ahora consideran agotado el Frente de Izquierda [Unidad!]?”; Pitrola y los candidatos del aparato del PO entran a las legislaturas detrás de los candidatos del PTS. Pitrola, denuncia al PTS por “disimular la completa negativa a que el FITU juegue el rol que tiene que jugar como referencia política en la lucha de clases”; “el PTS milita la parálisis del FITU para apropiarse de la marca [¡sic!] en función de sus candidatos”. Las súplicas de Pitrola muestran que el aparato del PO es un furgón de cola del PTS. La parálisis del FIT-U es lo que motiva al PTS a tratar de desprenderse de ese lastre y buscar otro más contrarrevolucionario: un partido obrero nacional y popular.

El PTS asegura que “la rutina, en cambio, ya tiene un final asegurado. Nosotros ya vimos la experiencia de los ’80, cuando el ‘viejo MAS’ se limitaba a decir ‘venga al MAS’ como si fuese tan fácil, de esta forma, superar al peronismo. Altamira dijo una vez (cuando todavía estaban en el mismo partido el PO-POT) que en un Congreso iba a ‘unir al movimiento obrero y la izquierda’. Pero la cosa no anduvo en ninguno de los dos casos”. No anduvo, no; fue saboteada por el aparato del PO, que expulsó a los promotores de esa unidad. El Congreso del Luna Park, en 2014, fue la mayor convergencia de la vanguardia obrera y la izquierda desde 1918 (fecha de fundación del Partido Comunista Argentino).

Para el PO, el planteo del PTS “es el viejo plato recalentado de convertir al activismo en un grupo de presión sobre la burocracia sindical, que no desplace a los burócratas de la dirección del sindicato, sino que les imponga un ‘cambio de rumbo’”. Aunque parezca delirante, esto lo firma el mismo aparato que llama sistemáticamente a la burocracia sindical de la CGT a un “cambio de rumbo”: el “plan de lucha” y el “paro activo”. El aparato del PO sostiene que el PTS está “lejos de ir en busca de conclusiones superadoras a la crisis cuasiterminal [sic] del peronismo”. En las expulsiones en 2019, el aparato denunciaba “el apresuramiento de Altamira por enterrar cadáveres que luego reaparecen vivitos y coleando” (el peronismo). Siete años más tarde no se ve nada vivito y coleando, sino el estado comatoso del peronismo, con la salvedad de que quien lo ha quebrado ha sido la derecha, no la izquierda que se encontraba enceguecida por la ‘vitalidad’ del peronismo.

Para construir un partido revolucionario, es necesario reforzar la delimitación política de un frente en el que hoy compiten entre quién lo ve más caduco. El FIT-U es un frente pro-OTAN y pro-Syriza (el partido griego que capituló ante la troika y el FMI), apoyado por el MST. Los militantes de las fuerzas que integran esa coalición esporádica y carrerista deberían reflexionar con profundidad sobre esta crisis del oportunismo local. De ellos depende, en una modesta parte, que la tarea histórica que tenemos al frente se reconstruya con el mayor vigor.