LOS EFECTOS DE UN DISCURSO PERVERSO

20/11/2025.- Página/12.- Por Monika Arredondo.- Foto portada: La lógica del dominio político mediante la amenaza y el miedo. Javier Milei, el símbolo del discurso de Odio. Imagen: Alejandro Pagni/AFP.
La manipulación verbal convierte al sujeto en un objeto y lo controla, pone en cuestión el lazo social y destruye la red comunitaria sobre la base del miedo.

“…Siembren confiadamente la calumnia, muerdan con ella cuando la gente cura su llaga. Siempre queda la cicatriz…”

Plutarco (Obras morales y de costumbre)

¿Cuál es la premisa universal del mensaje perverso? Su diatriba totalizadora que sostiene una verdad con mayúsculas, su Verdad.

Sus predicadores son los sacerdotes de la certeza, son los convocantes que participan y dan por evidente un discurso paradójico, mentiroso, confuso y plagado de datos que no se verifican con la realidad.

Este procedimiento verbal utiliza el lenguaje técnico, abstracto y dogmático, y obliga a su interlocutor a descifrar lo inentendible, tomando el atajo de lo emotivo y de la creencia, ya que esta comunicación se basa en la forma y no en el contenido. Demasiados ejemplos verificamos en el discurso de Milei sea cual fuere el ámbito al que se dirige.

La calumnia, los datos repetitivos y abundantes son elementos utilizados para convencer a la población de que no hay salida ni alternativa. Argentina se está muriendo, aseveraba Trump previo a las elecciones desde su avión privado.

Esta estrategia genera en el sujeto astenia, abstinencia y la negación de una evidencia cotidiana que no puede evitar y que aparece entre las fisuras del simulacro.

La posverdad, acerca de la cual tanto se escribió, está basada en una mentira emotiva, un neologismo que describe la distorsión deliberada de la realidad apelando a creencias personales y generando la búsqueda continua de un enemigo que resulta ser el culpable de la coyuntura actual.

En este sentido, las redes se convierten en tiempo real en eco de resonancia de informaciones o afirmaciones posfácticas, sin lugar para la refutación ni la verificación. Somos esclavos de esa inmediatez; no hay tiempo para pensar.

Toda esta manipulación verbal, los alegatos falsos, tienen una finalidad. Convertir al sujeto en un objeto y controlarlo, poniendo en cuestión el lazo social y destruyendo su red comunitaria sobre la base del miedo.

Todo aquel que se proponga diferente o que visibilice una carencia es un enemigo del supuesto “plan económico de estabilidad”: jubilados, desempleados, docentes, médicos, etcétera. A las víctimas de determinadas prácticas que implican decisiones políticas se les niega el derecho a ser escuchadas. Y en algunas ocasiones han sido definidas como “subversivos”. Esa definición la propuso Bullrich frente a la persistencia de nuestros jubilados y su denuncia en el Congreso. El orden establecido no admite cambio ni cuestionamiento; ha sido resuelto quiénes van a ser sacrificados. Desde la discapacidad hasta los niños con patologías oncológicas y por supuesto el acceso a los remedios.

Según Rene Giraud, “en las sociedades primitivas, las rivalidades en el seno de los grupos humanos producían situaciones de violencia indiscriminada que se propagaban por mimetismo y a las que solo se podía poner fin mediante un sacrificio que implicara la exclusión (o incluso la muerte) de un hombre o de un grupo de hombres como responsable de la violencia. La muerte, el chivo expiatorio, traía consigo la expulsión de la violencia. En nuestra época, a menudo escuchamos que si una persona se ha convertido en víctima es por su debilidad o porque posee algo de lo cual el agresor quiere apropiarse”.

Si acordamos con que este estado de situación tiene características de una guerra o batalla, observamos que SunTze define en su Tratado del Arte de la guerra lo siguiente: “El arte de la guerra es el arte del engaño. Si adoptamos siempre una apariencia contraria a lo que somos, aumentamos nuestra oportunidad de victoria”.

Los mensajes de Milei a la población son anodinos y por momentos profundamente agresivos.

Elige su o sus víctimas de acuerdo a la ocasión y con injurias y mentiras intenta su aislamiento, luego su desestabilización y finalmente la confusión permanente entre la verdad y la mentira. El resultado final es la inoculación del miedo.

ZunTse prosigue: “Intente lograr la victoria sin hacer batalla. Antes de combatir, los antiguos intentaban debilitar la confianza del enemigo, con humillaciones, mortificaciones y sometiéndolo a duras pruebas. Corromper lo mejor del enemigo con ofrendas, regalos y promesas, alterar su confianza, haciendo que sus mejores oficiales cometan acciones vergonzantes y viles y no dejar de divulgarlas”.

Reitero, si acordamos que se puede establecer esta analogía en nuestra coyuntura Argentina 2025, encontraremos diversos ejemplos no solamente discursivos sino también reales. El derrotero de algunos de nuestros políticos nos lo confirma.

Padecemos la lógica del abuso de poder en el que el más fuerte domina al semejante mediante la amenaza y el miedo. El discurso es monopólico. De esta manera uniformiza su mensaje sea cual fuere la platea, construyendo la víctima y su imposibilidad de entender su propio lugar y destino. El sujeto victimizado se agota intentando encontrar alternativas y sea cual fuere su resistencia no puede impedir la aparición de la angustia, la tristeza e impotencia.

Ha triunfado la creencia de que la respuesta es individual y si este no la logra meritocracia mediante no sirve, queda afuera de la sociedad. Como se utiliza en algunos escritos, está roto.

Marie France Hirigoyen advierte: “Plantar cara al dominio supone arriesgarse a ser odiado. En cuanto empieza a resistirse la víctima que se había transformado en un objeto útil para el sistema se convierte en un objeto peligroso del cual hay que desembarazarse como sea”. La agresión es a perpetuidad y depredadora.

Toda esta maquinaria kafkiana solo funciona con el apoyo necesario del miedo. Es el miedo en tanto herramienta de dominación política y control social el que se introduce en forma constante, provocando desconfianza y conflicto con ese “otro” al que se le atribuye la responsabilidad de lo ocurrido o de lo que pueda suceder, creándose de esta manera la necesidad de protegerse de ese otro. Se genera un objeto a ser odiado y culpabilizado. Odio y miedo son una pareja perfecta y funcional. El desorden y el temor para el capitalismo moderno son catalizadores de un salto hacia adelante, un cambio de modelo o la profundización del existente, previene Naomi Klein.

El fantasma de la fragilidad planea sobre el planeta negativamente globalizado. Todos nos encontramos en peligro o somos potencialmente peligrosos unos para otros y solo hay tres papeles, metafóricamente hablando, en el escenario de la vida: los perpetradores, las víctimas y los daños colaterales.

A modo de epílogo, en la película El huevo de la serpiente, el inspector Bauer le confiesa a Abel, el protagonista: “Todos tienen miedo y yo también, el miedo no me deja dormir. Nada funciona bien, excepto el miedo. La gente corriente necesita el trabajo diario para compensar el caos cotidiano”.

Monika Arredondo es psicoanalista y analista institucional.

Bibliografia

Clases Medias argentinas: la política del odio y del temor (Atilio Boron-Monika Arredondo).

El sacrificio (Rene Giraud).

La doctrina del shock (Naomi Klein).

El arte de la guerra (SunTzu).