EL MIEDO A LA CRISIS ECONÓMICA Y EL SÍNDROME DE «ESTE COLMO»

27/10/2025.- Salta al Instante.- Por Cabecita Negra.-Foto portada: Javier Milei. Imagen: Página/12.

La elección del miedo:

La victoria legislativa de Javier Milei no se explica solo por la aritmética de los votos, sino por la psicología colectiva de un país que aprendió a temer al dólar, a la inflación y a los fantasmas de su propio pasado económico. Como si se tratara de un nuevo tipo de “síndrome de Estocolmo social”, amplios sectores de la sociedad eligieron a quien los ajusta, los insulta y los condena a una recesión perpetua.

La Libertad Avanza se impuso en la mayoría de las provincias y consolidó su poder en el Congreso. No fue una ola de entusiasmo, sino de resignación. En los barrios populares, el voto libertario fue un grito de supervivencia más que de esperanza. “Prefiero que siga él, antes de que se dispare el dólar o vuelva la inflación”, se escucha en cada almacén. El miedo, ese combustible invisible que todo lo mueve, volvió a ordenar la política argentina.

Las encuestas previas ya lo anticipaban: tras meses de suba del blue, rumores de corrida y advertencias mediáticas sobre el «agravamiento de la crisis económico-financiera», buena parte del electorado optó por seguir con el verdugo y enfrentar el abismo. Milei supo manipular ese pánico con precisión quirúrgica: prometió que solo él podía controlar la bestia que desató.

La paradoja es brutal:

El gobierno que llevó el dólar  y la deuda externa a niveles de récords históricos, que destruyó salarios, logró que la gente temiera más a su caída que a su permanencia. La narrativa de “mejor malo conocido” se transformó en política de Estado. Y, como en el síndrome de Estocolmo, muchos argentinos terminaron identificándose con su captor: justificaron los insultos presidenciales, celebraron los despidos públicos y naturalizaron la pobreza como un precio inevitable por la “libertad”.

«El resultado electoral no es, entonces, una victoria ideológica sino emocional». Milei ganó porque logró que el miedo se apoderara del pueblo y que sea más fuerte que la memoria, y porque una parte de la sociedad, agotada de crisis y promesas incumplidas, eligió no rebelarse sino adaptarse al modelo libertario de «Este Colmo».

La pregunta que queda flotando —como el dólar, siempre al borde del salto y la inflación a la vuelta de la esquina— es hasta cuándo durará ese hechizo del terror. Porque ningún pueblo puede vivir eternamente agradecido a quien lo encadena con su propio miedo.

Por el momento, Argentina y los argentinos han demostrado que los pueblos no solamente se pegan tiros en ambos pies, sino que «también se suicidan».