EL VOTO PERDIDO

06/11/2025.- Salta al Instante.- Por Cabecita Negra.- Foto portada: Tiro en el pie. Imagen: Ifrán. 

¿Por qué la gente no elige a quienes los defienden?

En un país donde el salario no alcanza, la educación se desfinancia y el Estado se retira, millones de argentinos siguen votando a quienes les quitan derechos. Mientras la izquierda no logra romper el cerco mediático ni social, el peronismo sufre el desgaste de haber sido —y seguir siendo— el único movimiento que alguna vez los defendió. ¿Por qué tantos eligen en contra de sí mismos?

Argentina atraviesa una paradoja que se repite elección tras elección: los sectores populares, golpeados por la inflación, la precarización y el desempleo, no votan masivamente ni por la izquierda ni por el peronismo. Prefieren —por convicción, desilusión o resignación— proyectos que promueven el ajuste, la flexibilización y la privatización.

La pregunta, incómoda y profunda, es: ¿Por qué?

La izquierda que no llega

A la izquierda se le exige pureza, coherencia y resultados, aunque jamás haya gobernado. Se la acusa de “utópica”, “radical” o “inviable”, mientras se normaliza el fracaso reiterado de modelos neoliberales que hunden el salario y destruyen derechos. Los grandes medios contribuyen: cuando la izquierda habla de redistribución, se la caricaturiza; cuando los poderosos fugan capitales, se los llama “inversores”.

El problema, además, es cultural. La Argentina neoliberal moldeó subjetividades. El “sálvese quien pueda” reemplazó al “nadie se salva solo”. En ese contexto, la izquierda aparece como un espejo incómodo que recuerda que la solidaridad es una forma de justicia, no de debilidad.

El peronismo castigado por haber gobernado

El peronismo, en cambio, carga con su propio peso histórico. Fue el movimiento que más derechos conquistó: vacaciones, aguinaldo, jubilaciones, universidades públicas, acceso a la vivienda y a la salud. Pero también fue, con sus contradicciones y errores, el que debió administrar la crisis, la deuda y los condicionamientos externos.

El ciudadano de a pie muchas veces no distingue entre el proyecto y su administración coyuntural. Castiga al peronismo por las frustraciones acumuladas, sin reparar en que cada avance social en la Argentina llevó su sello. Es más fácil culpar al que estuvo que cuestionar al sistema que impide transformar.

La maquinaria del desencanto

El desencanto es funcional al poder. Cuando el trabajador cree que “todos son iguales”, gana el que tiene más dinero para imponer su mensaje. Y el mensaje dominante es claro: “no hay alternativa”. Ese es el triunfo simbólico del neoliberalismo, convertir la injusticia en sentido común.

Así, mientras la izquierda sigue siendo demonizada por los medios y el peronismo se enfrenta a su propio desgaste interno, las derechas avanzan prometiendo libertad en abstracto y ajuste en concreto.

La esperanza como acto político

Tal vez el desafío sea recuperar la esperanza como herramienta de lucha. Comprender que “los derechos no caen del cielo, sino que se conquistan”. Que “votar por quien te defiende no es un acto de fe, sino de memoria”.

“La izquierda tiene el deber de volver comprensible su propuesta. El peronismo, el de volver creíble su promesa. Y el pueblo, el de volver a creer en sí mismo”.